jueves, 14 de noviembre de 2024

Manifiesto de apoyo a Fernando Valladares y a todas las personas y entidades que sufren acoso

POR DIVULGAR LAS AMENAZAS QUE SUPONE EL CAMBIO CLIMÁTICO Y OTROS PROCESOS DE DEGRADACIÓN AMBIENTAL

Desde hace un tiempo, observamos con enorme preocupación y dolor la escalada de desinformación y bulos, acompañada por una creciente agresividad y acoso en redes sociales y otros medios hacia las personas y entidades que se dedican a divulgar el conocimiento que nos ofrece la ciencia sobre las causas, consecuencias y amenazas asociadas al cambio climático y a otros procesos de degradación ecológica a distintas escalas, de la local a la planetaria, así como a demandar una salida ecosocial a las múltiples crisis que asolan el presente y erosionan el futuro.

Este acoso es una forma de violencia que ha situado en su diana tanto a instituciones científicas, a organizaciones sociales y ecologistas centradas en la lucha contra el cambio climático y la degradación ambiental en sus múltiples formas, como a expertos dedicados a la comunicación y divulgación científica. La DANA del 29 de octubre y sus fatales consecuencias, especialmente graves en tierras valencianas, ha incrementado la demanda social de explicaciones científicas de las causas del desastre y, con ello, una mayor exposición mediática de personas que habitualmente ocupan un discreto segundo plano en la información generalista. Y también una respuesta airada de los profesionales de la desinformación y sus seguidores. Tal es el caso del científico y activista Fernando Valladares, quien está sufriendo intolerables muestras de odio y amenazas directas a su integridad física.

Las organizaciones abajo firmantes queremos expresar nuestro apoyo total hacia Fernando Valladares y la valiosa labor que realiza, así como hacia el resto de personas, colectivos y entidades que están siendo acosadas en redes sociales y otros espacios por mostrar, de forma incansable, con las numerosas evidencias existentes, que no tomarse en serio el cambio climático y no revertir con urgencia los múltiples procesos de degradación ecosocial nos está poniendo a todos en peligro, como dolorosamente se ha demostrado a raíz de la DANA del 29 de octubre.

Manifestamos igualmente nuestra reforzada voluntad de seguir explicando y concienciando, a la ciudadanía y a todas las esferas de decisión que afectan a las políticas públicas, sobre la urgencia de mitigar el cambio climático para no agravar aún más sus consecuencias futuras, de adaptarnos cuanto antes a los impactos que ya estamos sufriendo y de abordar las soluciones a la crisis socioecológica múltiple en la que nos encontramos inmersos, desde el conocimiento, la defensa de los derechos humanos, la justicia social y la gobernanza democrática.

Frente a la desinformación, el odio y el acoso crecientes, nuestra respuesta no va a ser el silencio, sino la de redoblar los esfuerzos en todos los espacios y ámbitos, incluyendo los virtuales, para combatir los negacionismos y bulos que propagan falsedades, alimentan la ignorancia y el miedo y retrasan la adopción de soluciones eficaces.


Pacto por el Mar Menor ha firmado este manifiesto, si quieres unirte haz clic aquí.

Fernando Valladares en la Fundación Mediterráneo en 2023


Disminución de las especies pesqueras comerciales en el Mar Menor

La preocupación por la casi desaparición del emblemático caballito de mar, la amenazada nacra o la situación de peligro de extinción del fartet ha eclipsado la drástica disminución de la pesca de especies comerciales en el Mar Menor.

El artículo de Alexia Salas en La Verdad del 2 de noviembre "La desastrosa campaña de langostinos en el Mar Menor hunde el ánimo de los pescadores" da cuenta de la dramática situación que vive la pesca, una actividad que ha dado sustento a cientos de familias durante siglos y habla de cifras de capturas desconocidas hasta ahora: 

  • Dorada: 27.682 kilos desde enero a octubre frente a los 30.445 kilos de los mismos meses de 2023.
  • Lubina: 10.191 kilos en los diez primeros meses del año, frente a los 14.452 del pasado año. 
  • Lenguado: 1.313 kilos, frente a 1.500 kilos. 
  • Raspallón: 3.453 kilos frente a los 6.342 kilos del año pasado.
  • Langostino este otoño, con 73 kilos capturados frente a los 788 de la misma temporada de 2023.
Y es que la continua entrada de nutrientes (nitratos y fosfatos) y la entrada de especies invasoras, como el cangrejo azul, constituyen una amenaza de muerte a los recursos pesqueros, un servicio ecosistémico que nos ha regalado el Mar Menor.

Pescadores en el Mar Menor

Indignación de los colectivos de defensa del Mar Menor por las alegaciones de la Cámara de Comercio de Cartagena

Consideran un despropósito la solicitud de la Cámara de Comercio de que “no se amplie el suelo protegido junto al Mar menor”.

Estiman que es retrógrada y muy peligrosa su petición de “suprimir la obligación de hacer evaluaciones ambientales”.

Creen que esta Cámara de Comercio debería mirar más por los intereses de todos los ciudadanos de Cartagena y su comarca, que solo por los intereses de unos pocos empresarios urbanísticos.

Los colectivos en defensa del Mar Menor, después de haber leído lo publicado por el diario La Verdad del día 5 de noviembre, a propósito de las alegaciones presentadas al PGMO de Cartagena por parte de la Cámara de Comercio de esta ciudad, se sienten obligados a expresar su más profundo rechazo a las mismas.

No comprenden que esta Cámara de Comercio pueda pedir al Ayuntamiento de Cartagena “que no amplíe el suelo protegido junto al Mar Menor” a fin de poder dar salida a nuevos desarrollos urbanísticos en la zona, en un territorio donde el exceso de las urbanizaciones ya existentes están perturbando el entorno, comprometiendo seriamente la infraestructuras existentes de agua potable, depuración de aguas o de comunicaciones, y que podrían terminar por asfixiar con un cinturón de hormigón y asfalto al Mar Menor en lo poco que todavía le queda sin construir en su ribera. “¿Acaso no hemos aprendido nada con lo ocurrido en la Manga?” se preguntan.

Y es que esta impermeabilización del suelo junto al Mar Menor en su cuenca vertiente, es contraproducente por facilitar una mayor escorrentía, aumentando por tanto la entrada de nutrientes y sedimentos al ecosistema, y puede suponer un agravamiento de las consecuencias de las lluvias torrenciales, tanto para los nuevos desarrollos como para las zonas urbanas ya existentes aguas abajo.

De hecho, las organizaciones consideran urgente la aprobación del Plan de Ordenación Territorial de la Cuenca Vertiente del Mar Menor, que tendrá que tener en cuenta el contexto de Cambio Climático en el que nos encontramos, y en especial las necesarias medidas para la reducción de riesgos frente a lluvias intensas, tanto para el ecosistema como para las personas. También es necesario que, una vez aprobado el plan, se proceda a la inmediata adecuación del PGOU de Cartagena, y del resto de municipios de la cuenca, al mismo.

Por ello, los colectivos consideran que la Cámara de Comercio de Cartagena debería abandonar esa visión anclada en el pasado, que obvia las circunstancias actuales y futuras respecto a los retos climáticos, y empezar a mirar más por el bienestar económico y social, presente y futuro de todos los cartageneros y ribereños del Mar Menor, y no solo por los intereses especulativos de unos pocos empresarios.

• Alianza Mar Menor (AMARME) • Colectivo Banderas Negras • Ecologistas en Acción de la Región Murciana • Federación de Asociaciones de Vecinos del Campo de Cartagena y Comarca (FAVCAC) • Greenpeace • Pacto por el Mar Menor • SEO BirdLife  • YayoFlautas Murcia.

Exceso de construcciones en el entorno del Mar Menor 

martes, 5 de noviembre de 2024

¿Por qué están aumentando los daños por inundaciones?


Las catastróficas inundaciones de finales de octubre de 2024, que han afectado a muchas poblaciones, particularmente de la Comunidad Valenciana y que han sido especialmente virulentas en las comarcas de la Plana de Utiel-Requena y l’Horta Sud y comarcas limítrofes (La Hoya de Buñol, La Ribera), así como en algunas poblaciones de Albacete (Letur), nos han sobrecogido por el sufrimiento de los afectados, el elevado número de pérdidas de vidas humanas y las secuelas a las que se enfrentan quienes, habiendo sobrevivido, han perdido bienes o incluso su fuente básica de ingresos.

Antes de compartir nuestras reflexiones sobre algunos aspectos relacionados con la gestión del riesgo de inundación queremos manifestar nuestra empatía y solidaridad con toda la población damnificada. Antes incluso de que las aguas vuelvan a su cauce y se retiren el fango y los escombros de las calles surge el debate acerca de las causas de la avenida y la duda acerca de hasta qué punto algunos de sus efectos eran evitables.

Algunas voces apuntan a la falta de "limpieza" de los ríos o a la eliminación de azudes como causa del desastre, mientras se confía en infraestructuras hidráulicas de contención de los caudales. Sin embargo, el problema no es que los ríos estén "sucios" ni que falten embalses o diques más altos. El clima mediterráneo presenta desde siempre sequías recurrentes y lluvias torrenciales, pero en las últimas décadas los daños por inundaciones se están disparando. 

¿Por qué ocurre esto? Señalamos ocho causas o factores principales

1. El cambio climático provocado por el incremento de la concentración atmosférica de gases de efecto invernadero, como consecuencia principalmente del uso masivo de combustibles fósiles que acompaña a la industrialización, implica una subida de las temperaturas medias del aire y los mares y conlleva una mayor frecuencia e intensidad de fenómenos extremos como las sequías y las lluvias torrenciales. La cuenca del Mediterráneo es especialmente sensible a estos cambios.

La evacuación de los caudales generados por las precipitaciones intensas se ve dificultada por los siguientes factores:

2. La ocupación de zonas inundables (llanuras de inundación fluvial, humedales…) por viviendas e infraestructuras incrementa la exposición al riesgo de la población y los bienes allí asentados, al tiempo que reduce el espacio por el que de forma natural habría de circular el agua. A pesar de disponer de mapas de inundabilidad y de abundante normativa se mantiene la ocupación de dichas zonas e incluso se sigue construyendo en ellas.

3. Espacios agrarios cada vez más intensivos y sin prácticas de conservación. La agricultura industrial y la expansión de regadíos intensivos están incrementando la escorrentía y el arrastre de sedimentos, por la práctica general de mantener los suelos desnudos, sin la protección de la cubierta vegetal, y en ausencia de prácticas de conservación. Se incrementan los daños aguas abajo porque el agua llega en menos tiempo, en mayor cantidad y cargada con más sedimentos.

4. La hasta ahora imparable impermeabilización del suelo, por expansión urbanística y proliferación de infraestructuras, reduce la infiltración e incrementa drásticamente el volumen y la velocidad de circulación superficial del agua y, con ello, los daños.

5. Nuevas infraestructuras de transporte que desorganizan el drenaje natural (autovías, líneas ferroviarias, rotondas…), creando barreras que alteran la red de drenaje y desvían los flujos de agua hacia zonas hasta entonces libres de inundaciones.

6. Obras de defensa frente a inundaciones que agravan los daños. Dragados, motas, diques, cortes de meandros y encauzamientos crean una falsa seguridad que favorece una mayor ocupación de las zonas inundables, aumentando la exposición al riesgo. Además, estas infraestructuras aumentan la velocidad del agua y su capacidad de destrucción aguas abajo. Los encauzamientos de barrancos que permitieron la expansión urbana de los pueblos de l’Horta Sud y el posible efecto barrera del dique sur del nuevo cauce del Turia que limita el espacio de inundación natural de la rambla de Poio, son ejemplos dramáticos de este fenómeno.

7. Sistemas institucionales de alerta e intervención limitados o de funcionamiento deficiente. Los recursos materiales y humanos no están, en ocasiones, a la altura de las exigencias de episodios de inundación cada vez más graves. En muchos casos no es un problema de falta de información y capacitación (hay planes de emergencia, sistemas de alerta, etc., por supuesto mejorables), sino de una cultura política que prefiere minimizar los problemas en lugar de trasladar a la población la gravedad de los mismos.

8. Carencia generalizada de una cultura de gestión del riesgo: una forma de pensar que no ha interiorizado el principio de precaución para la gestión de la incertidumbre y antepone sistemáticamente el beneficio económico privado a la seguridad de la ciudadanía, retrasando la adopción de medidas. Por otro lado, en el conjunto de la sociedad se detectan carencias de formación para una evaluación adecuada de los riesgos y respuesta ante una emergencia.

¿Qué podemos hacer para reducir los daños por inundaciones? Aquí van ocho propuestas

1. Una política eficaz de adaptación y mitigación al cambio climático. Los efectos del cambio climático son ya inevitables. Debemos actuar de manera urgente para adaptar nuestro estilo de vida a la nueva situación y reducir al mismo tiempo las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero. Algunas actuaciones de adaptación (y mitigación) son costosas y su realización conlleva tiempo, pero es urgente comenzarlas.

2. Respetar las zonas inundables. Comunidades autónomas y ayuntamientos deben elaborar planes de ordenación del territorio y urbanísticos que incorporen la reducción de la ocupación existente de las zonas inundables identificadas en los mapas de riesgo ya disponibles. Por otro lado, los Planes de Gestión del Riesgo de Inundaciones de las cuencas deben establecer la obligatoria adaptación de los planes urbanos municipales a la Cartografía de Zonas inundables. Página 3 de 3 Fundación Nueva Cultura del Agua -C/Pedro Cerbuna, 12, 4ºdcha.-50009 Zaragoza- http://www.fnca.eu

3. Eliminar viviendas e infraestructuras en zonas de alto riesgo. Urge realizar un censo de viviendas y equipamientos en zonas de riesgo elevado o de gran vulnerabilidad social (colegios, centros sanitarios, residencias de mayores, grupos poblacionales desfavorecidos). Las reparaciones tras una inundación deben priorizarse con criterios sociales, atendiendo a las necesidades básicas de los más vulnerables. Pero también deben realizarse con una perspectiva que minimice los riesgos y reduzca la probabilidad de nuevos daños. Así, no se deberían otorgar ayudas a la reconstrucción de viviendas en zonas inundables, sino procurar su reubicación en zonas seguras, como se realizó por ejemplo con la población de Gavarda tras la rotura de la presa de Tous en 1982. El momento de la reconstrucción es también el de la oportunidad de hacer mejor las cosas, corrigiendo errores del pasado.

4. Devolver espacio a los ríos. Gestionar el territorio fluvial con visión de cuenca entre las zonas urbanas y sus espacios aledaños. La eliminación de barreras como motas, encauzamientos e infraestructuras transversales aguas arriba y abajo de los núcleos urbanos es clave para devolver a los ríos parte de sus espacios de desbordamiento. El territorio fluvial, constituido por el propio río y los espacios inundables adyacentes, actúa como zona de expansión de las crecidas, protegiendo las áreas urbanas aguas abajo. No puede haber mejor seguro para una población ribereña que sustituir un fenómeno adverso, la avenida, por otro menos dañino, el desbordamiento, en áreas adecuadas.

5. Implantar Medidas Naturales de Retención de Agua en los espacios agrarios. Las Medidas Naturales de Retención Agua (NWRM, www.nwrm.eu) son actuaciones inspiradas en la naturaleza que aumentan la retención de agua y suelo y reducen el riesgo de inundaciones. Incluyen recuperar la vegetación natural en espacios agrarios, con setos vegetales, vegetación en linderos y pequeñas manchas de vegetación natural entre parcelas. También hay que recuperar la red de drenaje natural, eliminada o gravemente alterada por una agricultura intensiva que explota la máxima superficie posible.

6. Implantar Sistemas de Drenaje Urbano Sostenible, que abarcan un amplio abanico de medidas basadas en la naturaleza e infraestructuras verdes para reducir la impermeabilización del suelo urbano, incrementando las superficies vegetadas a través de zanjas filtrantes, pavimentos permeables, humedales artificiales y jardines de lluvia, entre otras actuaciones, con el fin de reducir la escorrentía superficial, laminar los caudales de entrada en la red de saneamiento y minimizar los daños por inundación en zonas urbanas.

7. Refuerzo y mejora de la coordinación de los recursos y mecanismos institucionales de respuesta rápida en emergencias por eventos extremos, con el fin de mejorar la agilidad y eficacia de los sistemas, pero también para acotar la discrecionalidad de las decisiones. Ante la incertidumbre insuperable asociada a los modelos y técnicas de predicción es necesario desarrollar e incorporar a la toma de decisiones una cultura de la precaución. Como se ha visto en las inundaciones de octubre de 2024, el retraso en la comunicación del riesgo y el lanzamiento de alertas por parte de la Generalitat puede haber contribuido sensiblemente al incremento del número de víctimas. Con la misma información disponible otras instituciones como la Universitat de València, alertaron con mayor antelación, reduciendo la exposición al riesgo de estudiantes y personal. Por otro lado, en zonas de riesgo es imperativo disponer de planes locales de emergencia ante inundaciones, acompañados de ordenanzas y bandos municipales.

8. Impulsar una estrategia de educación y comunicación social sobre la necesidad de una gestión adaptativa frente a las inundaciones. Necesitamos educar en la gestión de la incertidumbre y del riesgo, contando con los habitantes ribereños y desarrollando programas de educación, comunicación social y de capacitación. Sólo una sociedad bien informada apoyará una gestión adecuada de los territorios fluviales y estará mejor preparada para abordar la adaptación al cambio climático y reducir los daños personales en situaciones de emergencia.