Metales pesados en algas y plantas halófitas

La Unión Europea recomienda estudiar los niveles de arsénico, cadmio, yodo, plomo y mercurio en algas marinas y plantas halófitas (aquellas que crecen de manera natural en suelos salinos continentales o litorales) según ha publicado en su Diario Oficial de 21 de marzo de 2018 porque contienen concentraciones significativas de esos metales. Sin embargo, en el Reglamento (CE) No 1881/2006 de la Comisión, de 19 de diciembre de 2006 no aparece la cantidad máxima de estos elementos químicos que pueden contener los productos alimenticios elaborados con estos vegetales.

Por esta razón, la Comisión recomienda que durante los años 2018, 2019 y 2020, se recopilen datos sobre la presencia de los metales mencionados arriba en diferentes especies de algas marinas, plantas halófilas y productos a base de algas marinas con el fin de evaluar si es necesario establecer límites máximos o modificar los Límites Máximos de Residuos (LMR).

Aunque las algas y plantas halófitas del entorno del Mar Menor no se utilizan para la alimentación humana de manera directa, según la información disponible a día de hoy, forman parte de la cadena trófica, es decir de la transferencia de sustancias nutritivas a través de las diferentes especies de una comunidad biológica (cada uno se alimenta del precedente y es alimento del siguiente). Por lo tanto estos vegetales son ingeridos por los peces, las aves, y después por las personas, con el consiguiente efecto bioacumulativo y persistente.

Los abonos, pesticidas y plaguicidas que se utilizan en la agricultura intensiva del entorno del Mar Menor, y otros tipos de fluidos y aguas de otras actividades humanas contienen también esos metales. Metales que llegan a la laguna y al Mediterráneo junto con el rechazo de las desalobradoras, las aguas residuales depuradas y sin depurar (salmueras resultantes de la desalobración, aguas de depuradoras utilizadas para regadío y fugas de alcantarillado), a través de las escorrentías, vertidos o filtraciones en el acuífero y las descargas de los emisarios al Mediterráneo.

Ulva compressa, una de las especies de algas verdes que se pueden encontrar en el Mar Menor

A fin de permitir una estimación exacta de la exposición, dicho control debe incluir plantas halófilas comestibles, como Salicornia europaea y Tetragonia tetragonoides, y una amplia variedad de especies de algas marinas que reflejen los hábitos de consumo y los usos como piensos, como el arame (Ecklonia bicyclis), el sargazo vejigoso (Fucus vesiculosus), el dulse (Palmaria palmata), el hiziki (Hizikia fusiforme), el musgo de Irlanda (Chondrus crispus), la laminaria digitada (Laminaria digitata), el kombu (Laminaria japonicaSaccharina japonica), el nori o el laver púrpura (Porphyra y Pyropia spp.), el alga de roca (Ascophyllum nodosum), la lechuga de mar (Ulva sp.), el espagueti de mar (Himanthalia elongata), el alga dentada (Fucus serratus), Codium sp., el kelp de azúcar (Saccharina latissima), el wakame (Undaria pinnatifida) o el kelp alado (Alaria esculenta).

También deben recopilarse datos de presencia sobre los aditivos alimentarios a base de algas marinas E400, E401, E403, E404, E405, E406, E407, E407a y E160a(iv).


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La halófita Mesembryanthemum nodiflorum (barrilla) en el entorno del Mar Menor
En este enlace se puede ver la cantidad máxima permitida de metales pesados en alimentos procedentes de la pesca y acuicultura establecios por la Unión Europea. Revisión 2017.