Manifiesto concentración 5 junio 2018

POR UNA GESTIÓN INTEGRAL DEL MAR MENOR

El Mar Menor ha sido hasta hace poco uno de los principales valores ambientales y turísticos de la región de Murcia.

Un ecosistema singular, de gran valor y biodiversidad, debido a sus condiciones especiales de salinidad, temperatura y aguas con pocos nutrientes y muy transparentes. Transparencia que lo hacía destacar por encima de otras lagunas litorales mediterráneas que hace tiempo dejaron de ser transparentes debido a la contaminación orgánica de sus aguas.

Un área natural con gran atractivo turístico por sus paisajes, por sus aguas cristalinas, por sus orillas poco pronunciadas, por la temperatura del agua, por su escaso oleaje y atractivo para los deportes de vela, etc.

Pero a pesar de poseer una joya tan valiosa, y con tanto potencial, esta región no ha sabido tratarla adecuadamente.

En los años sesenta se inició una carrera para convertir el Mar Menor en destino de "sol y playa", centrada en la construcción de miles de viviendas y e infraestructuras como paseos y puertos deportivos. Este tipo de turismo basado principalmente en la segunda residencia no solo es estacional –se reduce solo a los meses de verano– sino que los efectos de la presión humana en el ecosistema han contribuido y siguen contribuyendo a su degradación.

Además de la pérdida directa de hábitats, espacios y paisajes por la fiebre urbanística y de infraestructuras, también hay que destacar la apertura del canal del Estacio, el relleno de zonas como el Vivero, o vertidos de aguas residuales sin depurar o con una depuración deficiente.

También la entrada de residuos de la minería, tanto por vertidos directos a mediados del siglo XX, como a través de los arrastres de lluvias que durante décadas, y aún hoy, se han venido produciendo desde las balsas de estériles, que permanecen sin sellar, y de los suelos y ramblas contaminadas de la Sierra Minera.

Casi al mismo tiempo, tras la concesión de aguas del trasvase Tajo-Segura, se ha producido una transformación constante de miles de hectáreas del entorno del Mar Menor a cultivos de regadío intensivo, con uso de abonos y productos fitosanitarios, que han contaminado el acuífero subterráneo, y han llegado y siguen llegando al Mar Menor, a través de vertidos de aguas procedentes de la actividad agrícola con alto contenido en nutrientes, a través de las escorrentías de las lluvias, y por las filtraciones naturales.

El nivel de nutrientes en el mar Menor ha llegado a ser tal, que en el año 2016 el proceso de eutrofización iniciado años antes llegó a su punto más alto. La primera consecuencia fue una explosión de microorganismos en la columna de agua, que se volvió opaca impidiendo que la luz llegara a los fondos. Y como resultado de esta situación, la mayoría de especies presentes en el Mar Menor han visto reducida su población, llegando a situaciones dramáticas en algunas de ellas.

Hoy, dos años después, a pesar de que se han reducido los vertidos de nutrientes, tenemos un Mar Menor muy degradado, y con unas expectativas de recuperación bajas, debido a la falta de medidas adoptadas.

La ciudadanía, que ha sido testigo de esta transformación, se pregunta cómo ha sido posible el que haya llegado a esta situación. Y la respuesta está en la dejadez y descoordinación de las diferentes administraciones que se reparten las competencias de la gestión del Mar Menor y su zona de influencia.

Dicha descoordinación ha permitido que se desoigan las advertencias y recomendaciones que el ámbito científico lleva décadas comunicando a las diferentes administraciones.

Descoordinación que ha favorecido que se incumplan leyes que hubieran impedido que se llegara tan lejos en la degradación del Mar Menor. Leyes que hubieran limitado o impedido la contaminación por nitratos, el avance irregular del regadío, la destrucción del territorio, la erosión de los suelos, los vertidos ilegales, etc.

Descoordinación que se hubiera evitado con la aplicación de herramientas de gestión integral.

Pero lo que más nos preocupa hoy es que esa misma descoordinación y falta de control que nos trajo hasta 2016, sigue plenamente vigente a 5 de junio de 2018.

A pesar de la grave situación en la que se encuentra este ecosistema, y de las consecuencias socioeconómicas que se derivan de dicho estado, vemos con enorme preocupación que NO existe un plan único de gestión integral del Mar Menor en su conjunto, que incluya la laguna y todo el territorio que influye en la misma, así como las actividades humanas que afectan de una u otra manera al ecosistema del Mar Menor.

Es cierto que se están tramitando dos planes del Gobierno de la Región de Murcia que incluyen la palabra "integral" o "integrado" en su título. Pero ni siquiera están coordinados entre sí ambos planes:

El "Plan de Gestión Integral de los Espacios Protegidos del Mar Menor y de la Franja Litoral Mediterránea de la Región de Murcia", sin aprobar tras más de 5 años de tramitación intermitente.

La “Estrategia de Gestión Integrada de Zonas Costeras del Sistema Socio-Ecológico del Mar Menor y su Entorno (SSEMM)”, sin aprobar tras 2 años de tramitación.

Y hay que añadir el "Plan Vertido Cero" del Ministerio de Medio Ambiente, también en tramitación desde hace dos años, igualmente descoordinado con las iniciativas de la administración regional.

Tres iniciativas de planificación, supuestamente integradas, que ni siquiera están coordinadas entre sí, que no están aprobadas y que lejos de suponer un avance en la gobernanza del complejo problema del Mar Menor, aumentan la confusión y la dispersión.

Y hay que añadir la errónea utilización de importantes remesas, como es el caso de la Inversión Territorial Integrada o ITI, otra iniciativa "Integrada", que pretende invertir más de 40 millones de euros de fondos europeos en el entorno del Mar Menor, pero en cuestiones como paseos marítimos, tanques de tormenta y otras infraestructuras grises, en lugar de resolver los principales causantes de la grave crisis eutrófica del Mar Menor, en concreto la agricultura intensiva de la cuenca del Mar Menor, problema frente al cual la cuantiosa inversión del ITI no va a incidir.

Esto favorece que cada administración siga actuando de manera descoordinada, y se siga incumpliendo legislación clave, incluso alguna muy reciente, por no hablar del despilfarro que supone invertir en actuaciones que no sólo no solucionan, sino que a veces agravan el problema, como los dragados y regeneraciones de playas, a pesar de estar especialmente desaconsejado por el ámbito científico.

Además, vemos con preocupación la actitud del Gobierno regional, más preocupado en hacer creer que actúa a favor del Mar Menor, que en aplicar la legislación, o en poner en marcha las herramientas para cambiar la situación.

Un gobierno que ni escucha a las organizaciones que llevan años advirtiendo del problema y demandando una actuación integral.

Un Gobierno que ni tan siquiera escucha a las personas expertas en el funcionamiento de este complejo ecosistema.

Prueba de esa falta de diligencia es que seis organizaciones sociales, ambientales y profesionales hayamos abandonado el Comité de participación Social del Mar Menor, por resultar inoperante, poco participativo y preocupantemente propagandístico.

O que la mayoría del sector realmente científico del Comité de Asesoramiento Científico, haya expresado su descontento con el funcionamiento del mismo, y aseguren sentirse utilizados y ninguneados, tanto como para que cuatro de ellas lo abandonen.

Y mientras… el Mar Menor sigue enviando señales de socorro, mientras recibe impacto tras impacto.

Por eso, hoy celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente concentrándonos en la sede del Gobierno Regional.

Porque entendemos que es el principal actor en este desolador panorama.

Para hacerle reaccionar de una vez, para que actúe con responsabilidad, promoviendo una coordinación real de todas las administraciones implicadas en el Mar Menor, desde ayuntamientos hasta consejerías y ministerios.

Para ejecutar un plan realmente integrador.

Para que se lleve a cabo una gestión coordinada de la ejecución y cumplimiento de las leyes.

Para que exista una coordinación real de los esfuerzos y acciones encaminadas a reducir los impactos negativos en el Mar Menor y facilitar su recuperación.

Coordinación que, insistimos, debe ser tanto horizontal (entre sectores y entre políticas), como vertical (entre las administraciones estatal, regional y local).

En definitiva, para que haya una GESTIÓN realmente INTEGRAL del Mar Menor.

Porque hasta que eso no ocurra, el Mar Menor seguirá enfermo y con bajas expectativas de recuperación.


Firman este manifiesto las siguientes organizaciones:

· Asociación de Comerciantes de Los Alcázares

· Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE)

· Cofradía de Pescadores de San Pedro del Pinatar

· Ecologistas en Acción

· Federación de Asociaciones de Vecinos de Cartagena y Comarca

· Greenpeace

· Plataforma Ciudadana “Pacto por el Mar Menor”