El Mar Menor es una cubeta que recoge las aguas pluviales de la cuenca adyacente. Las lluvias torrenciales no son nada nuevo en esta zona, llevan ocurriendo desde hace miles de años. Pero lo que sí es nuevo es la roturación salvaje que ha destruido bancales y arbolado de secano que se cultivaba en terrazas y que contribuían a frenar y a absorber el agua de lluvia cuando cae de manera impetuosa en nuestra región. Es nuevo también el uso de productos químicos (fertilizantes, insecticidas, plaguicidas, etc.) que utiliza esa agricultura insostenible de sus inmediaciones y que lógicamente son arrastrados por el agua de lluvia junto con las tierras erosionadas a través de ramblas y ramblizos. Nuevo es que se permitiera y se siga permitiendo edificar sobre zonas inundables y que se desviaran los cursos naturales del agua de lluvia que ahora reclaman su paso. Y nuevo también, que se dejaran minas sin sellar cuyos metales pesados llegan al Mar Menor con las escorrentías de la Sierra Minera.
El Mar Menor recibiendo los arrastres de tierra conteniendo abonos, insecticidas, plaguicidas, etc. Foto: F. Alcaraz
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