Recomendamos este reportaje de El País sobre los alimentos, en el que hay un apartado titulado "Fertilizantes que abonan lechugas y matan el Mar Menor". En él nuestra compañera Genoveva Aparicio declara que en el precio de venta de esta hortaliza no se contempla el daño que causa al ecosistema, ni de su recuperación, que es a cargo de los contribuyentes.
"En cuanto al precio, no cuesta lo mismo una lechuga producida de forma industrial que una que soportara todos los gastos de lo que contamina o perjudica su producción a la sociedad. Según el análisis realizado en 2020 por la economista ambiental Genoveva Aparicio, miembro de la Plataforma Pacto por el Mar Menor, el precio de una lechuga en el mercado que reflejara, además de los costes de producción, las pérdidas del sector turístico en el mar Menor y La Manga por la contaminación marina se multiplicaría casi por cuatro, de 1,30 a 3,85 euros el kilo, tomando el precio que marcaba en ese momento el índice elaborado por la organización agraria COAG. “Si se tuviera en cuenta también el daño causado al medio ambiente o las inversiones futuras necesarias para recuperarlo, el importe sería aún mayor”, añade. Aparicio culpa de la situación a la Política Agraria Común (PAC), porque “se ha premiado la producción dando ayudas, nosotros les sugerimos que subvencionen el precio final de venta de productos con cero impacto ambiental”.
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