Los bulos, la incapacidad de erradicarlos y los p**** ecologistas
Por Isabel Rubio Pérez
Grupo de coordinación de la plataforma Pacto por el Mar Menor
Hace casi cuatro años, cuando las aguas de nuestra laguna habían empezado a teñirse de verde, se puso en marcha la plataforma Pacto por el Mar Menor. Para dar cuenta de esta noticia el diario La Verdad nos pidió hacernos unas fotos en el entorno de la laguna. Elegimos Los Nietos conscientes del deterioro sufrido por este pueblo entrañable, en el que algunas de las personas que hoy integramos el Pacto, habíamos pasado veranos en nuestra infancia.
Después de las fotos nos dirigimos al acceso del club náutico donde había una enorme acumulación fangos malolientes debido a las aguas estancadas. Se nos acercaron algunas personas que nos dijeron que, aunque la dirección del puerto deportivo estaba dispuesta a limpiar aquella zona, los ecologistas impedían esa actuación porque había unas aves que se alimentaban de unos bichitos que vivían allí.
Muy pocas personas se preguntaron por qué ese enfangamiento no se producía en el pasado cuando el anterior club estaba edificado sobre altos pilares de madera, y sí se producía ahora que se accede al club a través de una carretera sostenida por pilares de altura ridícula con el fin de que los remolques y las embarcaciones puedan acceder cómodamente a la zona de atraque. ¿No se veía que esta barrera de cemento frenaba el curso de las corrientes y provocaba esos fangos cubiertos de algas? Sin embargo, nadie se atrevía, ni se atreve, a cuestionar esa infraestructura por los puestos de trabajo que proporciona al pueblo.
Hace unos días Pacto por el Mar Menor apoyaba la protesta de los vecinos de Los Urrutias para que se pusiese en marcha de una vez el proyecto Vertido Cero. Terminada la manifestación, volvimos por la orilla del agua para contemplar espantados cómo los fangos habían cubierto varias decenas de metros hacia el interior a lo largo de los dos kilómetros y medio que recorrimos desde el centro del pueblo hasta Punta Brava. En esas playas desiertas –el baño era impracticable– solo se veía a varios operarios que sacaban restos de los vegetales marinos putrefactos y malolientes.
A lo largo de este recorrido establecimos una conversación con una mujer muy amable y preocupada por el estado del Mar Menor, pero no había pasado ni un minuto cuando salió la famosa frase: la culpa de que la playa esté así es de los ecologistas que no dejan extraer el lodo porque hay unas garzas que se alimentan de unos bichitos...
Entre la primera vez que oímos esta frase en Los Nietos y esta segunda en Los Urrutias, han pasado cuatro años y ha habido inundaciones que han provocado gravísimos desastres en Mar de Cristal y Los Alcázares. Las fotos y vídeos que circularon aquellos días en los que las aguas desatadas arrastraban millones de toneladas de tierra erosionada, arrancada a los campos de alrededor, no sirvieron para ayudar a establecer una relación entre el origen y el resultado de las malas prácticas que se están llevando en el entorno del Mar Menor.
El actual modelo agrícola que lleva consigo el arrasamiento de la vegetación autóctona, el cambio en la orientación de los surcos, la eliminación de las pequeñas terrazas que contribuían a retener el agua de lluvia..., no se han asociado a la colmatación de sedimentos en las orillas del surde la desembocadura de la rambla del Albujón.
Cuando Pacto por el Mar Menor echó a andar, el primer objetivo fue buscar información sobre lo que estaba pasando y, en la medida de lo posible, transmitirla. Formarnos nosotros y formar a la ciudadanía. Para ello publicamos opiniones e información relativa a la defensa del Mar Menor en los medios de comunicación, en nuestro blog y redes sociales. Uno de los temas recurrentes en estos comunicados es el que para solucionar los problemas del Mar Menor, hay que actuar en origen. De nada sirve que se succionen los fangos de Los Urrutias, como ya se hizo el año pasado con la famosa araña finlandesa, si no se pone el foco en las zonas que proporcionan los sedimentos que colmatan esta laguna tan hermosa y tan frágil.
El movimiento ecologista ha sido una de las grandes aportaciones del siglo XX a la humanidad. Sin él, no se habría alcanzado el conocimiento que hoy tenemos de la intervención humana en la modificación de la naturaleza, ni se habrían conseguido victorias en favor de determinadas actuaciones que han evitado la destrucción de zonas fundamentales para la vida en nuestro planeta. Desgraciadamente estos logros han supuesto, y siguen suponiendo, un coste elevado de vidas de personas que la han perdido luchando por su derecho al agua potable, al aire limpio, a su hábitat.
Y nos preguntamos, si es tan evidente, por lo menos para nosotros, la relación entre causa y efecto¿por qué es más fácil culpar a los ecologistas y creer en el cuento del ave y el bichito?