Un año después

Organizaciones en defensa del Mar Menor preparan estos días actos para recordar la muerte por anoxia de una ingente cantidad de peces y crustáceos el 12 de octubre del año pasado en la playa de Villananitos de Lo Pagán (San Pedro del Pinatar).


Esas toneladas de animales marinos muertos fueron la parte visible de un ecocidio que había comenzado muchísimo antes, antes incluso de que las aguas del Mar Menor se oscurecieran en 2016. Como es sabido el tremendo aumento de fitoplancton (microalgas) fue el resultado del proceso de eutrofización que lleva sufriendo el Mar Menor a lo largo de las últimas décadas por las toneladas de nutrientes (nitratos y otros agroquímicos) que, de manera superficial o a través del acuífero, no dejan de entrar, a pesar de las continuas denuncias de la sociedad civil.

 

Unas semanas antes del 12 de octubre de 2019 ya habían aparecido caballitos y agujas muertos en las orillas del Mar Menor de La Manga, pero nada hizo prever el desastre que saldría a flote después de las DANA que asolaron las poblaciones ribereñas. Desde entonces no se han visto actuaciones de importancia por parte de las Administraciones que vayan encaminadas a evitar futuros desastres. Excepto por algunas denuncias puntuales por regadío ilegal en algunas fincas no se ha actuado con contundencia en el origen de los graves problemas del Mar Menor. No se ha hecho nada para la corrección hidrológica forestal y agraria necesaria en la cuenca, ni para la recuperación de los cauces originales de las ramblas con el fin de evitar las tremendas inundaciones de los últimos años que no sólo arruinaron a familias y negocios sino que llenaron de fango los fondos de la zona occidental y sur de la laguna.


Las Administraciones se han enzarzado en un intercambio de reproches sobre competencias, eludiendo sus obligaciones de colaboración, coordinación y cooperación entre ellas. Los informes y declaraciones de la Administración regional se han centrado en culpar a la Administración central, sin señalar las causas fundamentales que han producido este exceso de agua cargada de nitratos y otros agroquímicos: la agricultura y ganadería del entorno. Se obvia que la entrada masiva de agua del Mediterráneo ha contribuido, y sigue contribuyendo, a la bajada de la característica fundamental de este ecosistema: la salinidad, y se insiste, a pesar de todos los informes científicos en contra, en dragar una de las golas del único espacio natural que queda en la albufera: las Encañizadas.


Solo se ha hablado de la capacidad de recuperación que tiene este ecosistema debido a la transparencia de las aguas del Mar Menor durante el verano de 2020, pero no se han mencionado las alteraciones y cambios que presenta, tales como el crecimiento masivo de la flora que ha cubierto prácticamente todos los fondos debido a la ingente cantidad de nutrientes que recibe, ni se muestra preocupación por la práctica desaparición de especies como el emblemático caballito de mar, o especies comerciales, ni se menciona la fauna exótica que penetra principalmente por el canal del Estacio y que amenaza con reducir todavía más el número de aquéllas que poblaban tradicionalmente la laguna.

Se señala únicamente a la pandemia por la ausencia de turismo sin ver que además de la covid, la culpa de la bajada del número de visitantes la tiene el mal estado ecológico del Mar Menor, y se derrocha dinero público en pasarelas, rellenos de arena de las playas y redes antimedusas, sin ir al fondo del problema de eutrofización que sufre el Mar Menor.

En julio de este año se aprobó la Ley 3/2020 de recuperación y protección del Mar Menor, lo que ha supuesto una decepción para la ciudadanía que esperaba un mayor grado de compromiso por parte del Gobierno regional ante la grave situación de la laguna. Uno de los ejemplos que ha supuesto mayor indignación ha sido el no contemplar la prohibición de todo tipo de fertilizantes siquiera en los primeros 1.500 m del entorno de las orillas del Mar Menor.  

Pacto por el Mar Menor afronta el futuro dando su apoyo a dos iniciativas, una es la petición de Defensores de la Tierra para modificar el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional y se incluya el ecocidio como crimen, junto con el genocidio, los crímenes de guerra y los crímenes de lesa humanidad. La otra es apoyar la Iniciativa Legislativa Popular para dotar de personalidad jurídica al Mar Menor. Iniciativa que ha sido promovida por la profesora de Filosofía del Derecho de la Universidad de Murcia, Teresa Vicente y la Cátedra de Derechos Humanos y de Derechos de la Naturaleza. La Personalidad Jurídica tiene como fin colocar el ecosistema del Mar Menor en el centro de la protección, por encima de los intereses sociopolíticos y económicos, y haría posible, entre otros, que cualquier ciudadano o ciudadana pudiera personarse en los Tribunales para denunciar las agresiones que sufre este ecosistema único.