lunes, 12 de febrero de 2018

Mis recuerdos

Carlos Sánchez
Las viejas

Vamos andando por la carretera. No por la acera ni por el arcén, porque no existen. Vamos subiendo desde las Lomas de Abajo hacia el Casino. Ya ha anochecido, y mi madre abre la marcha con una linterna. No, tampoco hay farolas. Seguimos mi hermano pequeño y yo. Cierra la fila mi abuela, con otra linterna.

Por la mañana hemos estado en la playa. Bueno, no es playa; es un camino de guijarros, que separa las salinas del Mar Menor. Difícilmente cabe un coche por ese camino; cuando se cruzan dos, uno en cada dirección, hay lío, y los quince o veinte bañistas que nos hemos juntado allí en agosto, nos quedamos mirando a ver cómo lo arreglan.

Mi abuela ha estado dandose los barros, que dice que es bueno para los huesos. Mi madre, de pie, en el camino, porque no hay arena donde clavar una sombrilla. Como siempre, ha estado de palique con los otros “turistas”: Que si este verano hay más gente porque el año pasado no llegábamos a diez, que si cortan el agua todos los días a la hora de fregar los cacharros, que hay que ver qué caro se ha puesto todo … en fin, cosas de mayores. 

Y mi hermano y yo, bañandonos enfrente de los barros, con las gafas y el tubo, quemándonos la espalda. Hemos cogido unos pececitos pequeños, que se refugian en los ladrillos que pueblan la orilla. Agarramos un ladrillo, de esos de color naranja, llenos de agujeros; lo sacamos del mar, lo colocamos en posición vertical dejando resbalar el agua entre nuestros pequeños dedos y, si hay suerte, atrapamos alguna “vieja”. Gritamos, saltamos, tropezamos, corremos hacia la orilla y, finalmente, volcamos el contenido del ladrillo en un cubo con agua, que custodia mi madre.

Misteriosamente, cuando ya hemos “pescado” tres o cuatro pececillos, el contenido del cubo desaparece. Mi madre asegura no saber nada, aunque sospechamos y procuramos vigilarla. Pero nunca hemos conseguido pillarla devolviendo la vida a este mar, que -a su vez- nos la da a nosotros.

Pero eso fue esta mañana. Ahora vamos hacia el Casino. Luego continuaremos hacia la plaza, ya con las linternas apagadas, y finalmente llegaremos al Quico. Porque hoy es el día grande. Hoy es sábado y toca patatas asadas con ali-oli y un helado en La Jijonenca … y con un poquico de suerte, caerán unos cromos, o una peonza, o un paracaidista en alguno de los quioscos de la plaza.
Salaria pavo es una especie muy abundante en el Mar Menor. Se la conoce con el nombre vulgar de "vieja", "soldado" o "gallerbo".
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